sábado, 26 de diciembre de 2020

HILOS DE ESCARCHA

 




Tengo un verso atravesado en la tráquea

una estrofa dispersa en el diafragma

me ahoga con el hipo oscilante

de las palabras enclaustradas.

 

En la cavidad interna de mi esqueleto

se balancea un poema arrítmico

esquirla de hielo punzante en la víscera capital.

 

Agoniza su latido errante 

entre el siempre y el jamás.

 

Las letras de tu nombre escalan

  la laringe con sonidos sofocantes

buscando  desesperadas  el aire esencial.

 

Siento un frío atroz incrustado en el esternón

escarcha dolorosa en la garganta

aguijones clavados en mis cuerdas vocales.

 

Una afonía insoportable de lamentos

intentan tararear la triste melodía

ahogada  en la noche oscura de los nonatos.

 

Los músculos me abandonan a mi suerte

caigo en la dura superficie helada

despierto con ojos de pez anestesiado

 en busca del oxígeno del agua.

 

Trago bocanadas de aire inútil

intento sobrevivir a este  gélido invierno

batallo hasta la extenuación

con la esperanza de ganar el duelo.


Nado en el silencio que me aterra

buceo en la oscuridad abismal

esquivando  la onda desbastadora 

de un torpedo letal en los órganos vitales.

 

Me consuela contemplar la noche despejada

el universo es un techo iluminado 

miles de poemas flotan en el firmamento

intentando conjugar  un abrazo imposible

entre dos planetas brillantes. 

 

Sonríen,

mientras mi tierra se tiñe completamente de escarcha.

 

© Carmen Ferro.





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