
Salieron juntos, agarrados de la mano, detrás de aquella puerta dejaban un horror. Una historia más de esas que no deberían pasar nunca, pero sucedió, y ahora ya no tiene remedio. Cargarán con ella en sus espaldas para siempre.
Demasiados años de suplicio. Demasiados los días, demasiadas
las noches. Demasiado dolor. Y aún así,
no desfallecieron en su empeño desesperado en busca de la salida.
Todo fue un exceso durante ese tiempo maldito, en el que
pasaban los días con el mismo color que las noches.
Esa tarde todo se
puso a su favor, y ellos no estaban desprevenidos. Era la oportunidad y sabían bien qué hacer. No necesitaron mucho, una buena hacha y
mucha puntería. Cada uno se ocupó de lo suyo. Acertaron de pleno.
Juan estaba entero, con el corazón duro y la cabeza muy
fría. La pequeña Lidia estaba tan asustada, que no fue capaz de articular
palabra en varias semanas. En su cabeza un único consuelo, su tío no los
volvería a tocar jamás.
La carnicería que dejaban allí no sería su peor recuerdo de
aquella casa, en sus pesadillas seguiría sintiendo aquellas asquerosas manos
recorriéndola, sin pudor, en la oscuridad de aquel cuarto pestilente.
Ahora ya habían cumplido. Solo esperaban una celda mejor que
el sucio lugar donde vivieron encerrados toda su infancia, con poca comida y
muchas vejaciones.
En la calle no había un alma. Nadie pudo oír los gritos, al
igual que nunca escucharon sus llamadas de auxilio. Desde aquel sótano era casi
imposible.
De eso se había guardado bien el monstruo, hermano de su
padre. Hizo creer a todos que los chicos se habían ido del pueblo, cuando la
desgraciada suerte de sus padres se los llevó de esta vida, cruzando las vías del tren.
Desde las casas cercanas asomaban cabezas. Otros se
conformaron con espiar desde el velado paisaje que traspasa las cortinas.
Mejor
no saber nada, conformar sus conciencias con el bálsamo del
desconocimiento.
Entre murmullos una misma pregunta: ¿Los hijos de Inés no
estaban en un orfanato?
© Carmen Ferro.
Tremendo delito y tremenda venganza. Un relato sobrecogedor.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Marta. Un saludo.
EliminarUn relato muy duro, Carmen, aunque nos queda el consuelo de que esos niños consiguieron la justicia por su propia mano. Ojalá llegue el día en que no haya motivos para escribir sobre este tipo de historias.
ResponderEliminar¡Un saludo!
Lo dramático es encontrarnos, de cuando en vez, con noticias que nos cuentan casos similares pero reales. No sé si esto tendrá fin algún día, tristemente la maldad existe.
EliminarUn saludo, Julia.
Se me ha encogido el corazón con este relato. Dura realidad que algún día la sociedad debería erradicar.
ResponderEliminarUn abrazo
Ciertamente, es sobrecogedor imaginar el sufrimiento de seres inocentes, al cuidado de seres indecentes.
EliminarUn abrazo, Ana.
desgraciadamente, y no solo antiguamente, se cumplen casi religiosamente este tipo de actos. Y qué pena'¡
ResponderEliminarMuy bien explicado y descrito.
Un saludo y suerte en el concurso.
Llevas razón, Karen, este es un mal intemporal. Muchas gracias por tu valoración.
EliminarUn saludo
Saludos Carmen. Este relato es tan valiente como tus protagonistas. Me pareció muy bien escrito. Es un tema difícil de abordar y de innegable actualidad. Al igual que esos niños, no puedo escapar la ironía de su destino: las víctimas juzgadas como agresores. Es literal el título, ¿verdad? ¿Nunca termina la cadena de la violencia?
ResponderEliminarHola, Ricardo. Exactamente es así como dices. El título se refiere a la condena que esos niños van a tener marcada en sus vidas para siempre. No solo por el crimen liberador, que se han visto en la necesidad de cometer, si no por lo que han tenido que soportar hasta entonces.
EliminarTristemente, los malos tratos y los abusos a los pequeños, es una realidad que sale a flote cuando llegan a titular de noticia dramática.
Un saludo.
No sabemos qué les deparará el futuro a esos chicos, pero no podrá ser peor que el pasado que tuvieron que soportar. Un relato estremecedor y podríamos decir aquello de "basado en hechos reales".
ResponderEliminarUn abrazo.
Así es, Josep. Los malos tratos y la violencia dejan marcas indelebles. Es más frecuente de lo deseable y pasa más inadvertida de lo que debiera.
EliminarUn saludo
Así cambiando la escala me ha venido a la cabeza el holocausto nazi, donde nadie parecía saber pero al final todos sabían, o al menos sospechaban. Y es que a veces callar es la solución más cómoda, pero no la mejor. Un relato muy duro, cuando los niños son los afectados siempre hay un plus de dolor y espanto. Mucha suerte en el Tintero, Carmen.
ResponderEliminarSalvando todas las distancias, comparto tu punto de vista, Jorge. El horror que supone el maltrato extremo, y el abuso en los niños, se ve agravado al ser inferido por familiares próximos. El caso que aquí se cuenta es excepcional, pero suceden hechos punibles que a poco que se abran los ojos se podrían detectar.
EliminarNo suelo crear desde este punto de partida, narrar situaciones que dejen mal cuerpo, pero es un ejercicio necesario para ampliar registros. Salir de la zona de confort es siempre aconsejable.
Un saludo.
Muy buen relato, Carmen. Además tiene una fuerza increíble y destapa no pocos asuntos: ¿complicidad de los vecinos que no quieren saber?, ¿venganza justa?, ¿necesaria actuación pues la sociedad es demasiado laxa con estos abusos?...
ResponderEliminarEl relato, como dice Jorge, es duro, pero muy tocado de realidad y actualidad. Veo que participas en El tintero. Te auguro un magnífico resultado.
Un abrazo
Gracias por tus apreciaciones, Juan Carlos. Tal como comento anteriormente, es una dura realidad que no siempre es fácil de detectar. Unas veces no se ve, y muchas otras no se quiere ver.
ResponderEliminarEn el cuento, los agraviados se liberan del verdugo radicalmente. Otros sufren en la zona oscura sin que nadie lo vea, o lo quieran ver.
Un abrazo
Hola Carmen
ResponderEliminarMe ha gustado el relato. En realidad lo dejas todo a nuestra imaginación y solo nos cuentas lo que sienten los protagonistas y con eso es suficiente.
Un tema muy duro tratado de modo exquisito.
suerte
saludos
Gracias, Paola. El tema da para mucho, pero unas cuantas pinceladas dejan ver entre líneas, lo justo para imaginar la dureza de la situación.
EliminarUn saludo.
Tremenda historia Carmen, es difícil imaginar la situación pero no por eso imposible de creer.Existen personas crueles que hacen uso de su superioridad para hacer vejaciones de los más débiles. No es bueno tomarse la justicia por la mano pero en este caso se deshicieron de un energúmeno y creo que tienen el perdón del resto de los vecinos.
ResponderEliminarUn saludo y suerte en el concurso del T .Oro
Puri
Exactamente, Puri. Tendrán el perdón moral de todos. En su caso no se tomaron la justicia por su mano, buscaron liberarse.
EliminarUn saludo, nos leemos en El Tintero.
Hola Carmen.
ResponderEliminarEs muy difícil escribir sobre una situación dramática… si aprietas las tuercas demasiado te sale un melodrama, y si no tocas las teclas adecuadas no llegas al epicentro de la situación. Tu relato tiene las dosis justas entre de sensibilidad, de rabia y dolor y el final está sobradamente justificado.
Buen trabajo compañera.
Muchas gracias por tu comentario, Tara. El drama no es uno de mis temas habituales. Me da mucho respeto adentrarme en situaciones vitales de cierta dureza, quizás por eso mismo que apuntas.
EliminarUn saludo, nos leemos en El Tintero.
Me quedo con lo de que "solo esperaban una celda mejor que el sucio lugar donde vivieron"...Se tomaron la justicia por su mando después de la terrible vida que llevaron con lo de sus padres y tío.
ResponderEliminarTu relato tiene mucha fuerza, Carmen.
Suerte en el concurso.
Un beso.
Muchas gracias, Chelo. Me alegra que señales esa frase, pienso que refleja el epicentro de la historia. Condenados a malvivir, mejor hacerlo donde puedas hacer algo por mejorar la situación.
EliminarUn beso
Impactante relato, Carmen, y muy bien narrado. Reflejas una dura realidad y una venganza justificada. Suerte en el concurso.
ResponderEliminarGracias, Pilar por tu generoso comentario.
EliminarUn saludo.
Hola Carmen, gusto de leerte de nuevo. Un relato que incomoda leer, por descubrir quiénes son los protagonistas y que real, por desgracia qué actual. No hay línea divisoria entre real y ficticio. No sé cuantos niños han podido llegar a liberarse de esta "prisión" nunca habrá otra peor. Hay venganzas que provocan satisfacción imaginar y contar. Una historia breve y concisa, afortunada en palabras. Un abrazo compañera.
ResponderEliminarMuchas gracias, Emerencia por este análisis que haces en tu comentario.
EliminarEsta historia es imaginativa, y un poco excesiva en la resolución tan drástica, pero bien podría ser parte de cualquier informativo de actualidad.
La marca que deja en los niños el abuso y el maltrato es una condena de por vida.
Un abrazo (entintado)
Un gran relato .Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Betty. Un abrazo
EliminarUn relato duro de leer, y que real puede ser que la cárcel es mejor que lo vivido. Lo has contado con mucha delicadeza por lo duro que es para sus protagonistas. Suerte en el concurso. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, María del Carmen. Un abrazo.
EliminarAmiga Carmen, compartes con nosotros un bello relato en el que la justicia se ha disfrazado de venganza, aunque no consigue despistarnos. No debería de sernos ajeno el hecho de que situaciones aberrantes como ésta se han producido, se producen y se seguirán produciendo, tal es la naturaleza (in)humana de algunos (quiero pensar que muy pocos) individuos de nuestra especie. Texto para reflexionar entre tanta noticia como hay y recordemos que muchos inocentes sufren con la complicidad de la injusticia.
ResponderEliminarPor cierto, me ha gustado mucho el título que has elegido, muy propio.
Te deseo mucha suerte en el "Tintero".
Un abrazo.
Muchas gracias, Patxi. Exactamente es así, la humanidad también engendra monstruos, en la sociedad está el poder detectarlos a tiempo.
EliminarEl título es la clave de partida. No hay mayor condena que llevar las vejaciones tatuadas para siempre en el recuerdo. Esos niños no se han vengado del verdugo, han aplicado su justicia liberadora.
Nos vemos en la próxima gala del Tintero.
Un abrazo
Gracias, Carmen, por participar con este relato en El Tintero de Oro. Un abrazo y suerte!
ResponderEliminarGracias a ti, por el trabajo que te tomas en organizar y amenizar cada evento. Un abrazo entintado.
EliminarHola Carmen, has escrito un relato sobre un tema que estruja el alma, porque creo que pocos me indignan y me entristecen tanto a la vez como el que tratas.. Y como lo dejas entrever en tu historia, lo más cómodo para todos es "ignorar", no saber, no involucrarse, eso es lo más terrible. Es bueno tu texto, bien narrado y valiente. Un abrazo Carmen.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu generoso comentario, Miry. Un abrazo.
EliminarDuro relato. Hay temas complicados a los que es difícil dar enfoque pero a los que nunca se les debe dar la espalda.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias por tu comentario, David. La verdad es que me resulta más fácil escribir sobre temas más lúdicos. Dejan un poso más agradable de leer.
EliminarUn abrazo
concuerdo con los compañeros, que duro relato. debe haber sido complicado de escribir, te felicito.
ResponderEliminarGracias, Giovanni. Un saludo.
Eliminar
ResponderEliminarHola, Carmen
Escalofriante y desgarrador relato. Solo fue activado el sensor de la sobrevivencia en tus protagonista, y una injusticia darles cadena perpetua por haberse liberado del abusador. Además enardece que, hubieron personas que pudieron ayudarlos, pero ignoraron la situación.
!Suerte en el concurso!
Saludito.
Muchas gracias, Yessy. La realidad es que es más cómodo no darse por enterado.
EliminarUn saludo.
Escalofriante relato, Carmen. Bien escrito y resuelto. Suerte en el concurso
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Sara. Un saludo.
EliminarLa venganza es un plato frío y terrible pero, en algunos casos como en el de tus protagonistas, no hay otra salida posible. Mucha suerte en el Tintero. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Beitavg. Quizás era la única oportunidad de salir vivos. Un saludo.
EliminarTerrible historia muy bien narrada con un gran final en el que nos devuelves la responsabilidad: ignorar no significa que salgas ileso. Me haces pensar en la famosa frase de que verdadero problema no son las injusticias sino que el resto no haga nada para evitarlo...Muy bueno!!
ResponderEliminarSALUDOS!!
Gracias por tu valoración, Diana. Saludos.
EliminarUn cuento ciertamente impactante que te deja con el ánimo encogido. Consigues trasmitir la terrible experiencia de los niños, miedo y desamparo ante la indiferencia de los vecinos, logrando que simpaticemos con su justa venganza sobre el monstruo carcelero.
ResponderEliminarSuerte en el concurso de "El Tintero"
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Saludos cordiales, Carmen.
Hola, Paco. Gracias por acercarte a leer y comentar este triste cuento. Me paso a visitarte.
EliminarUn saludo.
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