DESASTRE PREMEDITADO
Ayer por la tarde, mi abuelo se
empeñó en llevarme al Museo Reina Sofía. Quería enseñarme un cuadro muy importante,
me dijo.
Desde mi escasa estatura, entre las
personas que había ante el gran escenario del lienzo grisáceo, pude ver el pánico
reflejado en los trazos de las figuras destrozadas clamando al cielo.
Concentrado,
como me enseñó el abuelo a ver los cuadros, escuché sus gritos espeluznantes en
el silencio atónito que me rodeaba.
Él cuchicheó cerca de mi oreja:
—Guernica,1937. En un día de
mercado, cayeron bombas extranjeras sobre el pueblo. Un desastre premeditado.
Callado, observé los rostros del
espanto que inmortalizó Picasso. Estremecido, ante la mujer con el niño en
brazos desgarrada de dolor.
Esa mujer —pensé— es el rostro de miles
de madres que están clamando al cielo, hoy. El desastre premeditado, en el lienzo de la pantalla, nos muestra el escenario del espanto a diario. Sin
rubor.
—Podría ser Gaza, 2025, ¿verdad,
abuelo?
—Exacto, Mauro. Sin fecha. Allí, el
cuadro del horror está en movimiento constante. Desde hace muchos años.
El vigilante de sala nos miraba con un dedo
sobre los labios. Silencio.
Salimos.
—¿Nosotros podemos hacer algo para evitarlo,
abuelo?
—Sí, ruido. Las guerras siempre han
sido un negocio de cálculo premeditado.
Caminamos charlando, de regreso a nuestra casa confortable, entre las terrazas que invaden las aceras del cuadro ruidoso de mi barrio.
Cañas de cerveza y risas a raudales, un día cualquiera.
Hola, Carmen, ya estaba tardando este cuadro en aparecer, lo esperaba y me ha encantado tu relato. ¡Buenísimo! Reflejas el dolor que inunda el cuadro, haciéndolo a la vez real y presente y enfrentándolo, a su vez, a la hipocresía de esta sociedad. Muy bien narrado. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarMuchas gracias por participar en el microrreto del Tintero de oro.
Un abrazo. :)
Gracias, Merche. Agradecida estoy de participar en el reto del Tintero de oro, un placer que intentaré repetir en más ocasiones. Valoro los comentarios y el tuyo es muy generoso.
EliminarUn abrazo.
Un día cualquiera en la vida de las personas afortunadas.
ResponderEliminarExacto.
EliminarCierto, puede ser un cuadro aplicable a cualquier lugar en donde la guerra ha arrasado la esperanza humana.
ResponderEliminarMuy bien traído el paralelismo de todos los horrores de la guerra. Todas son horrorosas pero dentro del horror también hay grados.
EliminarEso sí, ninguna parará el mundo.
Abrazooo
La Historia de la humanidad es así. Cambian los métodos pero el objetivo permanece. Detrás de cada conflicto hay enormes ganancias para unos cuantos y muchas pérdidas para la mayoría.
EliminarMe ha gustado mucho ese final que nos interpela siempre ante el desastre. Un saludo
ResponderEliminarGracias, Juana.
EliminarTremendo, Carmen. Qué bien traída esa comparación entre Guernica y Gaza y cuánta impotencia ver como la historia se repite ante la pasividad del mundo. Una historia que duele y muestra una realidad terrible. Muy buen micro.
ResponderEliminarGracias, Marta. La realidad es muy terca y quienes pueden parar los desastres no hacen nada. La ciudadanía puede protestar y a veces, ni eso.
Eliminar¡Qué bueno Carmen! Un relato que nos hace reflexionar sobre cómo algunos gobiernos perversos se las arreglan para repetir horrores y como dices bien, "sin rubor". Me encanta la forma en la que has presentado esta reflexión: un diálogo entre un abuelo y su niet@. Sin duda el Guernica es una obra que impresiona. Me gustó tu propuesta. Saludos.
ResponderEliminarGracias, Ana. Confieso que esta historia me salió sola en cuanto observé el cuadro. Una imagen así no necesita muchas palabras. Un saludo.
EliminarHola Carmen, magnífico texto para acompañar esta obra. El día que lo vi me quedé perpleja, es una obra impresionante como tú relato que desarrollas a la perfección. Me gustó muchísimo. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Nuria. La verdad es que ver el cuadro en directo impresiona. He estado en dos ocasiones hace tiempo, la última tuve suerte de que había pocas personas y pude pararme el tiempo suficiente a observar. Además, esa vez me había informado antes sobre la historia del cuadro y lo entendí mucho mejor. Por eso cuando se propuso este reto lo tuve claro, y aquellas sensaciones que me había provocado el Guernica se han transformado en palabras.
EliminarMe alegra mucho que además guste.
Un abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola Carmen, me ha gustado mucho tu relato sobre todo la verdad que cuenta. Después de todo este mundo está lleno de guerras y hay quien niega que existan. Ojalá en alguna vida podamos vivir en paz.Abrazos
ResponderEliminarHola, Ainhoa. El deseo de la Paz está en el ánimo de la mayoría, ¡Ojalá! Estoy de acuerdo contigo. Abrazos.
Eliminar¡Magnífico gran relato corto! No hay necesidad de grandes discursos. Escrito desde una aparente sencillez por las bocas y ojos de abuelo y niño, dos generaciones alternas, que nos da una lección, no solo de como se escribe a lo grande con letra pequeña, sino abarloándonos ala dolor de la barbarie de las guerras, pasadas, presentes y me temo que futuras.
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo, Carmen, incluso el final, que no impide, pese a todo, celebrar la vida, un día cualquiera, con unas cañitas y risas.
Gracias, Isabel. He intentado narrar desde la mirada de la infancia, ingenua y asombrada por la barbarie que ven sus ojos. El abuelo, la voz de la experiencia, le da las claves para que comprenda que hay hechos que no dependen de la buena voluntad de la mayoría. Somos simples espectadores atados de manos. Si no es posible parar la barbarie, al menos hay que vivir la realidad cercana. Mientras la suerte nos acompañe.
EliminarUn abrazo.
Tanto estrago y tanto dolor se repite siglo tras siglo que jamás caduca su representación ni se extingue el deseo de dejar testimonio para darlo fin. Un abrazo
ResponderEliminarGracias por comentar, Fernando. La historia de la humanidad suma conflicto tras conflicto por diferentes motivos que siempre confluyen en el mismo punto: el poder capital.
EliminarPrecioso, Carmen, y muy pertinente. No aprendemos por mucho que conozcamos la Historia.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias, Rosa. Esa maldita piedra en la que se tropieza una y otra vez...
EliminarUn beso.
El cuadro que elegiste Carmen refleja muy bien el horror de las guerras y en tu caso lo interpretas con la voz del niño con su abuelo de una forma genial .
ResponderEliminarUn abrazo
Puri
Gracias, Puri. Un abrazo, amplio como el Atlántico.
EliminarCarmen, tu relato me ha dejado con un nudo en la garganta. La mirada del niño frente al Guernica, guiada por la voz sabia del abuelo, es una forma poderosa de conectar el pasado con el presente. Me ha impactado cómo logras que el horror de 1937 dialogue con el de hoy, sin necesidad de grandes discursos. Solo verdad, emoción y conciencia. Gracias por recordarnos que el arte no solo representa, también denuncia. Y que el silencio, a veces, es cómplice. Hacer ruido, como dice el abuelo, es lo mínimo que podemos hacer. Abrazos desde Venezuela
ResponderEliminarGracias a ti por leerme y por tus palabras, Raquel.
ResponderEliminarHola Carmen
ResponderEliminarAcabo de leer tu relato, nunca suelo leer los de los demás hasta que subo el mío. Y me alegra que hayamos coincidido en el mismo cuadro desgarrador. Porque es señal de que, aunque haya pasado el tiempo, nos sigue afectando y lo seguimos reviviendo en la piel de otros humanos.
Tú eliges un niño con su abuelo y yo elijo una niña con su abuela, compartiendo en ambos casos el horror de la guerra entre generaciones.
Mi relato contiene una anécdota verdadera. Mi abuelo iba ese día con su hijo, mi tío Paco, en coche a la feria de Gernika desde Donostia y presenciaron el vuelo de los aviones de la Legión Cóndor que sobrevolaban la carretera en la que estaban, se acercaban y bombardeaban la villa. Pasaron los años. Mi abuelo nunca pudo contármelo, se le cortaba la voz y se refugiaba en el baño. Fue mi abuela Pilar la que me explicó lo que habían vivido y por ella me enteré de por qué el 26 de abril era un día de duelo en mi familia. No había muerto nadie cercano, pero había muerto una parte de la civilización.
He visto muchas veces el Gernika, siempre he sentido el peso atroz de la barbarie, al recordar lo que me contaron, al ver el cuadro y al enterarme de cada guerra que como la de Gaza, lamentablemente, sigue asolando el mundo como muy bien cuentas.
Te felicito por tu relato. Gracias por recordar. Un abrazo.
Marlen
Muchas gracias, Marlen. Tampoco leo los relatos publicados antes de escribir el mío para no condicionarme.
EliminarCoincidir es pura casualidad y que nos hayamos fijado en el mismo hecho dramático es poner de manifiesto que hay heridas que dejan cicatrices profundas que no se deben olvidar.
Empatizo con tu historia familiar. Pues sobre mis antepasados no cayeron bombas, pero también sufrieron ausencias que guardaron en la memoria del silencio por miedo a contar.
Un abrazo.
La ingratitud de las guerras mas que premeditadas para enriquecer a los fabricantes de armas sin importarle los miles de muertos que provocan y la hambruna que van sembrando.
ResponderEliminarAbrazos.
Exacto, Conchi. Por eso no cesan, porque son un negocio demasiado rentable. Es la triste realidad.
EliminarUn abrazo.
Hola Carmen,
ResponderEliminarUna obra de arte que ga pasado ya a la historia, por su gran impacto reivindicando un tema universal! Me ha encantado tu micro, el tono y su moraleja! Un abrazote!
Muchas gracias por tus palabras, Marifelita. Un abrazo.
EliminarEl cuadro elegido me encanta. Y sí, la verdad es que expresa el horror de la guerra, el sufrimientos de quienes la padecieron y será por eso que nos recuerda la barbarie de Gaza. Estupeda elección. Saludos!
ResponderEliminarlady_p
Gracias, Sibila. El cuadro es el reflejo de lo que somos capaces de hacer los considerados "homo sapiens sapiens" para exterminarnos. Un saludo.
EliminarHola Carmen. Es un relato conmovedor y reflexivo que captura un momento de conexión entre un abuelo y su nieto frente al Guernica de Picasso; con una prosa poética y cargada de sensibilidad, describes la experiencia del niño, cuya “escasa estatura” no le impide percibir el “pánico” y los “gritos espeluznantes” de las figuras destrozadas, especialmente la madre con el niño en brazos, un símbolo universal del dolor. El diálogo con el abuelo, que susurra sobre el bombardeo de Guernica en 1937 como un “desastre premeditado”, conecta el lienzo con la actualidad, cuando Mauro, con lucidez infantil, lo relaciona con Gaza en 2025, un “cuadro del horror en movimiento constante”. Me quedo especialmente con los momentos del vigilante pidiendo silencio o las terrazas ruidosas del barrio, con lo que consigues contrastar la solemnidad del arte con la indiferencia cotidiana.
ResponderEliminarTe felicito.
Muchas gracias por analizar la esencia del relato en tu comentario, Marcos. Has captado la intención de cada palabra que narra el microrrelato. Ese silencio que se pide al espectador de la barbarie para que no moleste y la indiferencia de la mayoría desde la comodidad.
EliminarGracias por leerme.
¡Jolín, tía! El Guernica, aunque sea un caos, tiene todas las caras del terror y del sufrimiento que te puedas imaginar, de esta y de mil guerras. Lo veo y se me sale el corazón del pecho, de verdad. La impotencia y el dolor que transmite no tienen parangón, es una pasada.
ResponderEliminarHola, Lucila. Ese lienzo debería estar replicado en cada lugar donde se debate sin pudor la actualidad. Así, bien grande, ante los ojos de los Ytúmás. Recordar es un ejercicio beneficioso para razonar el presente.
EliminarUn saludo.
Las guerras no tienen fecha de caducidad, se originan en un ciclo sin posible final. Aniquilación premeditada de unos seres sobre otros sin mediar sentimientos, prejuicios, emociones y razones para hacerlas.
ResponderEliminarEl ser humano está enfermo de violencia, y esta misma violencia acabara con el género y la raza y el mundo respirará entonces, paz.
Muy ilustrativo relato a través de ese afamado cuadro.
Un abrazo.