lunes, 8 de septiembre de 2025

DESASTRE PREMEDITADO

 

       

                                             

                                                    DESASTRE PREMEDITADO

 

    Ayer por la tarde, mi abuelo se empeñó en llevarme al Museo Reina Sofía. Quería enseñarme un cuadro muy importante, me dijo.

Desde mi escasa estatura, entre las personas que había ante el gran escenario del lienzo grisáceo, pude ver el pánico reflejado en los trazos de las figuras destrozadas clamando al cielo.

  Concentrado, como me enseñó el abuelo a ver los cuadros, escuché sus gritos espeluznantes en el silencio atónito que me rodeaba.

Él cuchicheó cerca de mi oreja:

—Guernica,1937. En un día de mercado, cayeron bombas extranjeras sobre el pueblo. Un desastre premeditado.

Callado, observé los rostros del espanto que inmortalizó Picasso. Estremecido, ante la mujer con el niño en brazos desgarrada de dolor.

Esa mujer —pensé— es el rostro de miles de madres que están clamando al cielo, hoy. El desastre premeditado, en el lienzo de la pantalla, nos muestra el escenario del espanto a diario. Sin rubor.

—Podría ser Gaza, 2025, ¿verdad, abuelo?

—Exacto, Mauro. Sin fecha. Allí, el cuadro del horror está en movimiento constante. Desde hace muchos años.

 El vigilante de sala nos miraba con un dedo sobre los labios. Silencio.

Salimos.

—¿Nosotros podemos hacer algo para evitarlo, abuelo?

—Sí, ruido. Las guerras siempre han sido un negocio de cálculo premeditado.

Caminamos charlando, de regreso a nuestra casa confortable, entre las terrazas que invaden las aceras del cuadro ruidoso de mi barrio.

Cañas de cerveza y risas a raudales, un día cualquiera.

                                    

                                                                               © Carmen Ferro.   








DESASTRE PREMEDITADO

                                                                                                                                    DESASTRE...