domingo, 18 de agosto de 2019

LA PUERTA DEL MUNDO




   

 




Antes de abrir la puerta se miró en el espejo una vez  más. Otra más de cien.  


Detrás de aquel reflejo de mujer fatal,  estaba ella, disfrazada para la ocasión.

     La emoción brotando por los poros de su piel trémula, apenas cubierta por  la negra transparencia del encaje de seda. Sin rincones para la imaginación. 
 
    Observó su estatura crecida, sosteniendo el equilibrio sobre  los  tacones imposibles de unos zapatos de piel de tigre barato. Los labios rojos y la mirada remarcada en el negro intenso de mujer de mal vivir.

         Así quería presentarse: transparente.
  Recta, sonriente y cristalina, giró con decisión el pomo de la puerta del cuarto de alquiler.

 Su mundo se abría al universo incierto que aún lleva tatuado en la memoria de la piel.

     Jamás regresó de aquel invierno.


                                                                            © Carmen Ferro.



EL REGRESO

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